El pasado mes de Septiembre volví a tierras gallegas, pero
esta vez en la costa del mar Cantábrico.
Un paisaje de acantilados de vértigo batidos por el mar
salvaje y de playas desérticas e infinitas que se perdían en la bruma levantada
por el viento.
Allí se encuentran los acantilados mas altos de Europa, y
como os cuento un paisaje de lo mas fascinante, piedra esculpida por la fuerza
de la naturaleza en estado puro durante evos.
Describirlo con palabras me es difícil, os lo mostrare en
fotos, pero lo mas recomendable es verlo y sentirlo, el rugir del viejo y el
mar atronador que no cesa en su castigo perpetuo, no deja indiferente a nadie
que lo vea y lo oiga, sentirse envuelto lo hace mágico, la luz y el horizonte
hacen todo lo demás.
En este viaje me propuse dejar una pequeña señal de mi paso,
esta vez seria realizar monolitos efímeros.
No savia cuando ni donde los realizaría, lo deje como
siempre a mi libre albedrío, hacerlo así me ha dado muy buen resultado y es la
mejor manera de no tener ninguna presión, saldrían cuando saldrían, la magia
aparece en cualquier momento y lugar, es la característica de este tipo de
eventos.
Tengo que contaros un hecho curioso antes de mostraros las
fotos que lo documentan todo, los monolitos surgieron en tres sitios diferentes
y fueron hechos en un tiempo record.
Ante unas predicciones de un mal tiempo excepcional según
nos contaron, lo que se nos echaba encima era una “Ciclo génesis explosiva”,
para entendernos una mezcla de una borrasca muy profunda del Atlántico y un
huracán, la fiesta meteorológica estaba servida.
Y con todo esto, yo me dedique a lo mío y este fue el
resultado.
Fotos realizadas por Toni